Untitled 8.

Al llegar de clase y abrir la puerta de casa, he escuchado salir de algún rincón una música lenta e inglesa - sonaba triste y apagada-. No sabría muy bien decir que grupo era, pero me sonaba de algo puesto que la había tarareado alguna vez ya.

Tampoco me sorprendía, así que me he puesto a andar por el pasillo, cargada de mochila y portátil; pasé de lejos la cocina, pues pensé que quien quiera que fuese no estaría ahí, la gente que se encontraba en casa, no podía ser tan nostálgica como para acabar escuchando eso en la cocina sin luz. -¿O sí?-.

Llegando al final del pasillo y después de girar la esquina, escuché que la música venía del primer cuarto. Así que volví atrás.

Al abrir la puerta, me encontré una cama algo desordenada, una mochila llena de ropa tirada de mala manera, -se ve que continuaba sin deshacerla desde el domingo que había llegado-, un pantalón negro y un par de calcetines tirados por el suelo. Jo, qué mala pinta tenía todo. Seguí mirando y,  allí estaba ella, sentada junto al escritorio, escribiendo, echándose las manos a la cabeza y parando de vez en cuando para mirar a un punto fijo; encima del escritorio tenía una caja de Donetes blancos, pero ya los había acabado. Además, tenía un pañuelo para sonarse los mocos -aún no lo había utilizado pero creo que pensaba en utilizarlo de un momento a otro-, una bombilla fundida desde hace un par de semanas, unas tijeras, y una entrada para un festival de circo.

Se me había olvidado, pero algo con lo que también me encontré nada más abrir la puerta fue una especie de nota gigante pegada en la pared, escrita con fosforescente de color naranja, en la cual aparecía escrita una fecha muy cercana, y una tarta con dos patos dibujados -debía ser algo importante para ella acordarse de esa fecha-.

No se había dado cuenta de que había abierto, tenía la música demasiado alta como para escucharme, así que decidí marcharme.

Creo que ya sé que escuchaba, Paréntesis de Sigur Ros.

¿Os había dicho antes que estaba sola en casa?